Lago, islas, galerías, pero principalmente un gran monte de eucalipto rostrata constituyen la Reserva Natural Chaviyú, un espacio plenamente natural donde sumergirse en un cinturón deslumbrante de piedras preciosas, árboles añejos y la melodía del agua percusionando sobre la orilla.
La mejor panorámica del lago Salto Grande aparece detrás del bosque de eucaliptos de la Reserva Natural Chaviyú. Una barranca despeja la vista de los islotes surgidos como consecuencia de la obra hidroeléctrica. Unos 3 metros abajo, sobre la playa tapizada de piedras semipreciosas, un yacaré overo estira sus 3 metros de largo, trinan horneros y asoman biguáes, patos sirirí y espátulas rosadas. El agua no deja resquicio a salvo y forma charcos y bañados en los que florecen irupés.
Cristian Sirouyan (Clarín).
Recientemente se ha sumado como atractivo un mirador y una pasarela a la Reserva, con un predio donde la conservación de la rica biodiversidad existente y futura dependerá del acompañamiento de un plan de manejo. Considerando que la observación de aves es una actividad actualmente en crecimiento. Se trata de un paseo peatonal elevado de 150 metros que no solo permite la conectividad, sino que, a su vez, sea un paseo desde el cual aprovechar las visuales que ofrece el lugar.
El equipamiento busca como objetivo general, mejorar la relación entre el entorno natural y sus visitantes, generar las condiciones necesarias para adaptarse a las normas de turismo accesible paulatinamente a todos los sectores de la reserva. Hacia el encuentro de ambos tramos, se van cerrando las envolventes laterales para dar lugar al observatorio de aves, sin interrumpir la continuidad de la circulación. Se trata de un espacio para la observación y contemplación, que logra «camuflar» la presencia de las personas para no inferir en el comportamiento de las aves que allí habitan.